El ex jefe de la CGT no logra que se nombren hombres suyos en la nueva administración.
Agua, agua y más agua. Como en el juego batalla naval, cada jugada que hizo Hugo Moyano en las últimas semanas para asegurarse puestos en la administración de Alberto Fernández terminó haciendo agua. Según se interpreta en el mundo gremial, detrás hubo una decisión política deliberada de dejar reducido al jefe camionero a la mínima expresión, al menos en el arranque de la gestión.
Sindicalistas que hablaron con Moyano en los últimos días cuentan que está furioso porque sigue sin lograr siquiera que se nombre a alguien suyo en un área clave del Ministerio del Transporte.
En un mano a mano con Alberto Fernández la semana pasada, el ex jefe de la CGT había ido al grano: le había pedido que pusiera como ministro de Transporte al abogado Guillermo López del Punta. Pero al frente de la cartera quedó el massista Mario Meoni.
Moyano fue entonces a la carga para que se designara a López del Punta como secretario de Transporte, es decir de segundo de Meoni. Hasta ayer fracasaba en su intento: según versiones, el puesto le fue ofrecido al cordobés Gabriel Bermúdez. También se decía que López del Punta tampoco quedaría como jefe de Gabinete del Ministerio, con lo que sí podría desembarcar en la Subsecretaría de Transporte de Cargas. Sabor a demasiado poco para Moyano.
Ayer en Transporte se limitaron a informar que recién cuando estén definidas todas las segundas líneas del Ministerio harán declaraciones.
La designación de López del Punta en la Secretaría genera la resistencia de algunos gremios, como los colectiveros de la UTA que conduce Roberto Fernández.
El colectivero trabó contacto con un alto miembro del flamante oficialismo para plantear que él no estaba "ni por arriba ni por abajo del Negro Moyano". En buen romance: que no aceptaría que como secretario de todo el área quede alguien de Moyano.
La oposición de la UTA es real. La duda que flota es si los colectiveros tienen el poderio para frenar las pretensiones del camionero o si en realidad son el mascarón de proa de una jugada política de la Casa Rosada para que Moyano no acumule el poder que supo tener en otros tiempos.
La propuesta de la UTA es "salomónica": que a la Secretaría vaya alguien que no esté alineado con ningún gremio y que en las Subsecretarías los gremios puedan proponer a los funcionarios. Un esquema similar al que hubo con Néstor Kirchner. En la estructura del actual Ministerio de Transporte hay 11 Subsecretarías.
El control de las Secretarías y Subsecretarías asoma clave. Por un lado, porque la cartera reparte multimillonarios fondos en subsidios. Por el otro, porque desde la Secretaría de Transporte, de donde depende la CNRT, se regula la actividad. Su control es estratégico:contra los deseos de Moyano, por ejemplo, durante la gestión macrista se autorizó la circulación de bitrenes, esos camiones de gran porte que llevan más carga.
El camionero tampoco logró que se designe a José Bustos en la Superintendencia de Servicios de Salud, un puesto clave para todos los gremios. Bustos sumaba el apoyo de diversos sindicatos, incluso los de sectores enfrentados al moyanismo.
Esto fue interpretado también como una señal de que todas las jugadas son para que Moyano no recupere su poder de antaño.
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