Más precariedad, menos empleo y crisis de ingresos: por qué empeoraron las condiciones de trabajo en 2024

Más precariedad, menos empleo y crisis de ingresos: por qué empeoraron las condiciones de trabajo en 2024

Un informe privado que elabora el Índice de Fragilidad Laboral mostró que el indicador registró este año la mayor aceleración desde 2017. Creció el déficit de empleo, se sostuvo la precarización y aumentó más de doce puntos la pobreza de ingresos, con especial impacto en la población joven y las mujeres, las más afectadas por el deterioro laboral.

Por

EUGENIA RODRÍGUEZ

 

A los problemas de largo aliento en el mundo laboral argentino como altas tasa de desempleo, precariedad en las contrataciones e ingresos por el piso se sumó este año la decisión del gobierno de Javier Milei de sostener una drástica recesión de la economía afectando directamente la demanda, la producción y deteriorando más aún tales condiciones de empleo que llevaron a que a principios del 2024 se registrara la mayor aceleración de la Fragilidad Laboral desde 2017, creciendo 7,8 puntos solo en un año (pasó de 33,6% al 41,4%). A su vez, se detecta que las trabajadoras jóvenes son las más perjudicadas del modelo (50,7%). 

Al respecto, el índice que elabora el Centro de Innovación de las y los Trabajadores (CITRA) busca dar cuenta del estado de situación de las principales dimensiones del mercado de trabajo mediante el cruce de las principales variables: empleo, ingresos y distribución. De acuerdo con el último informe al que accedió este medio, “el acelerado deterioro del mercado de trabajo durante el primer trimestre de 2024 (primer dato de la gestión de la Libertad Avanza) evidenció una fuerte profundización de la desprotección laboral”. En detalle: el Déficit de Empleo pasó del 13,7% al 17,3%, aunque entre la juventud alcanzó el 42,6% y entre las mujeres jóvenes, el 51,9%; el índice de Precariedad Laboral pasó del 47,4% al 51,3%, especialmente acentuado sobre las mujeres (54,4%) y el índice de Pobreza e Ingresos pasó del 39,6% al 52,3%, con mayor presencia entre los varones jóvenes (55,8%). 

 

En esta coyuntura, crece la fragmentación laboral, tanto entre trabajadores con y sin derechos laborales básicos, como al interior de los primeros, dado que se profundizan las desigualdades, en un marco de retiro del Estado y mayor desprotección, y con condiciones más vulnerables frente a la pobreza.

Cada día más precarizados/as

El índice de Fragilidad Laboral (IFL) se ubicó en 41,4% en el primer trimestre del 2024, esto es apenas por detrás del peor momento de la crisis pandemia de COVID-19, que registró una tasa del 42,3% durante el cuarto trimestre de 2020 y, aún así, la variación interanual de ese momento tuvo una suba más baja (3,6 p.p.) mientras que entre inicios del 2023 y este año creció 7,8 dando cuenta “del incremento más alto de toda la serie desde el primer trimestre de 2017”.

Así lo señaló un informe elaborado por el centro CITRA-UMET, que dio a conocer los nuevos datos de este índice que sintetiza tres dimensiones: déficit de empleo (cantidad de puestos de trabajo), precariedad laboral (calidad de los puestos disponibles) y pobreza e ingresos (poder de compra de los ingresos familiares en relación con la línea de pobreza y su distribución).

 

 

Según se advierte, es posible observar “un deterioro generalizado en la situación laboral en Argentina” evidenciado en el empeoramiento de cada indicador mencionado. En lo concreto, el Déficit del Empleo “quebró la tendencia descendente que venía sosteniéndose desde la pandemia, con un incremento de 3,7 p.p. (se ubicó en 17,3%)” a su vez la Precariedad laboral (IP) creció 3,9 puntos, pasando del 47,4% en el primer trimestre del 2023 al 51,3% al inicio de este año, y “si bien se trata de un incremento relevante, esta dimensión se encuentra históricamente en valores altos, siempre cercanos al 50% de la población trabajadora”. Por su parte, “luego de una mejora durante 2022 y 2023, el índice de Pobreza e Ingresos creció 12,7 puntos, pasando del 39,6% al 52,3%”, siendo el valor más alto de la serie. 

 

 

Este indicador busca, en ese sentido, dar cuenta de la distancia entre las condiciones deseables del mercado de trabajo y las realmente vigentes, considerando que no sólo importa contar con empleos suficientes para la población activa, sino también que cumplan con las normas legales y sean capaces de brindar a las y los trabajadores y sus familias los ingresos necesarios para acceder a condiciones dignas de vida. Sobre ello, desde el centro de estudios señalaron que “el aumento de la Fragilidad Laboral se exhibe principalmente por el fuerte incremento de la pobreza y la caída de los ingresos reales” y esto se vincula directamente con “el incremento en el índice de precios al consumidor (IPC) que entre diciembre de 2023 y marzo de 2024 marcó un aumento del 90,2%”. 

Mujeres y jóvenes: los segmentos más perjudicados

Si se analiza de forma segmentada se observa, por un lado, que el índice de Fragilidad Laboral es más alto entre las mujeres, se ubicó en 42,4% y registró un incremento de 8 puntos, mientras que entre los varones fue del 39%, implicando un crecimiento menor (5,8%).  Asimismo, en cuanto a grupos etarios, la fragilidad entre los jóvenes ascendió al 47,5%, (+3,8% interanual) lo que evidencia “un problema estructural entre la población más joven”. El índice de Fragilidad Laboral en la población adulta, por su parte, registró un alza del 5,2%, con una tasa del 37,4%. 

Como es de esperar, en la combinación de las poblaciones, la más afectada es la de mujeres jóvenes, ya que el indicador escaló al 50,7% (+4,9%). En otras palabras, “el aumento del indicador fue explicado principalmente por las mujeres, y mayoritariamente las jóvenes”. Al respecto, los datos oficiales de Mercado de Trabajo que difundió el INDEC esta semana muestran que el desempleo afectó con mayor impacto a las mujeres jóvenes, ya que la tasa de desocupación pasó del 13,4% al 16,5% (+3,1 puntos). 

 

 

Si se pone la lupa en cada variable en particular se detecta que, en cuanto a la evolución del Déficit de Empleo, se produjo un empeoramiento para las mujeres (23%) con respecto a los varones (12,7%), dado que dicho índice creció 4,2 puntos en la población femenina, mientras que entre los varones fue menor (3,1 puntos). A su vez, la población joven es la más afectada, ya que el déficit alcanzó al 42,6% de las y los jóvenes. Un punto no menor que mencionan los investigadores es que dado que no hubo grandes saltos, lo que se evidencia también es que “la desocupación en este segmento es un problema de largo aliento”. En la combinación entre variables, las mujeres jóvenes son la subpoblación más afectada: el 51,9% padece Déficit de Empleo, situación que se repite desde el año anterior.

Si bien el índice de Precariedad Laboral resulta transversal a la población en su conjunto, vale la pena destacar algunos puntos. Por una parte, esta dimensión afecta más a las mujeres que a los varones (54,4% vs. 49,5%) no obstante, entre las personas jóvenes se manifestó el proceso inverso, ya que la precariedad disminuyó 2,3 puntos, lo que indicaría que “parte de la pérdida de puestos de trabajo de la juventud es explicada por la población precarizada”, alertaron. Entre quienes mantienen un trabajo, la tasa de Precariedad Laboral ascendió al 45,2% de las y los jóvenes. Un enfoque más preciso pone a la vista que “la subpoblación más afectada es la de varones adultos con el 55,8%”. 

 

 

Finalmente, si bien el incremento del índice de Pobreza e Ingresos muestra un comportamiento homogéneo para todos los grupos analizados, “entre las personas jóvenes este índice se ubicó en el 54,7% y en las mujeres alcanzó al 49,8%”, al tiempo que asciende al 53% en el caso de las mujeres jóvenes y al 55,8% entre los varones jóvenes.  

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