Después del acto que encabezó Axel Kicillof en Berisso bajo la consigna «Lealtad al pueblo», Cristina armó un encuentro reservado en la sede de SMATA, con Ricardo Pignanelli como anfitrión. Quien fuera su ministro de Economía y su «pollo», no la enfrentó, la reivindicó, llamó a la unidad pero sin someterse a un personalismo y ese límite resultó intolerable para el cristinismo.

El gobernador bonaerense ejerce su cargo entre los ataque diarios que le llegan desde Casa Rosada, incluidos el ahogo presupuestario y el sabotaje a las inversiones, y eventuales dardos venenosos de sus ¿compañeros? que le exigen obediencia jerárquica: «Respeten los rangos», dijo Mariano Recalde en un modesto acto del PJ porteño el 17 de octubre al que Cristina Kirchner no asistió.

Se esperaba que el viernes hubiera una reunión entre ambas partes para al menos intentar un acercamiento pero desde la sede del SMATA salieron rumores de que Cristina comparó a Kicillof con Poncio Pilatos, por no pronunciarse a su favor o con Judas, por traidor, y que habría pedido que reconozca públicamente que respalda la candidatura de Ricardo Quintela.

«Los Poncio Pilato y los Judas en el peronismo no van más», posteó la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, en una cita entrecomillada que confirmó el trascendido, aunque las acusaciones podrían ser dirigidas a otros peronistas, incluso otros gobernadores.

Quintela busca dejar atrás a quienes señalan traiciones, fuerzan voluntades e identifican lealtades

Dicho lo dicho, el gobernador riojano respondió también a través de su cuenta de X que no se baja, sigue en carrera y que disputará la interna para presidir el PJ.

La disputa no se narra desde un enfrentamiento visceral sino desde una decepción que fuerza a separar los caminos en forma ya ineludible. «Con dolor veo que a esta altura no se trata ni de debates amplios, ni de contener a todos, ni de abrirnos a la participación de las nuevas generaciones, mucho menos de debatir los problemas de nuestra Argentina frente a las nefastas políticas de Milei», recriminó.

Quintela aseguró que en sus recorridas por el país, los peronistas le reclamaron participación para terminar con cierta forma de hacer política y clamó la necesidad de una conducción que pueda abrazar y contener. «Si el juego sigue siendo el de señalar traiciones, forzar voluntades e identificar lealtades no vamos a poder construir una nueva esperanza en el Peronismo. Dejar atrás esta forma de construir política es lo que me impulsa en mi vocación de conducir el partido».

La interna parte aguas en el sindicalismo

La «mesa chica» de la CGT rechaza hace años el liderazgo de la dos veces presidenta y vicepresidenta de la Nación, Cristina Kirchner, por lo que la elección de apoyar a su contrincante Ricardo Quintela no generaría remordimiento alguno ni duda. Sin embargo, otros dirigentes, como Pablo Moyano, que asistieron al acto de Axel Kicillof, quedaron en un limbo, intentando mediar en busca de una unidad no personalista que no llegó. CFK enfrentará a Quintela en las urnas.

Según detalló Letra P, el armado sindical de Cristina incluye, además de a Pignanelli, a Pablo Flores (AEFIP), Daniel Ricci (FEDUM – Docentes universitarios), Cholo Rubén García, Eduardo Doval y Hernán Doval (Municipales), Nacho Bruno (ATULP – CGT Regional – Trab univ La Plata), Carlos Minucci (APSEE – Energía), Carlos Ortega (SECASFPI), Norberto Di Próspero (APL), Héctor «Etin» Ponce (ATILRA), Juan Speroni (SAONSINRA – Obreros Navales), Andrés Lobato (Furlan, UOM), Beto Fantini y Carlos Molinari (Carne) y José “Vasco” Minaberrigaray (SETIA, textiles).

La lista de los representantes sindicales se completó con Héctor Amichetti (Federación Gráfica Bonaerense), Víctor Santa María (SUTERH), Sonia Alesso (CTERA), Sergio Palazzo (Bancarios), Fabián Cattanzaro (Vialidad), Guillermo Moser (Luz y Fuerza), Daniel Catalano (ATE Capital), Carina Maloberti (ATE Senasa Capital), Cristian Vander (Telefónicos) y Nicolás Morrone (SUMRA – Motoqueros).