Jorge Omar Viviani confirmó la noticia que había adelantado en exclusiva InfoGreamiales y presentó su renuncia tras 37 años al frente del gremio de taxistas. A su paso dejó un rol protagónico en el MTA, un distanciamiento con Moyano, que logró cerrar el año pasado, el blooper de Urtubey y una fuerte pelea intestina.
El histórico líder del sindicato de Peones de Taxis, Omar Viviani, decidió renunciar al cargo que ostentó durante los últimos 37 años, con la intención de dedicarle más tiempo a su familia. La noticia, que fue un adelanto exclusivo de InfoGremiales, todavía resuena en el mundo sindical.
Viviani, de 69 años, cursando una licencia informal en su cargo, comentó a sus allegados que no atraviesa ningún problema de salud y que resolvió dar un paso al costado para estar más tiempo con sus hijos y nietos. La información se la trasladó a través de un encuentro virtual su abogada de confianza, Mónica Risotto, al resto de la comisión directiva.
Ahora, al frente de Peones de Taxis quedará quien se desempeñaba como su número dos, Jorge Luis García y deberá completar el mandato actual. Viviani había sido reelecto por último vez al frente del gremio en diciembre de 2018 y había asumido en marzo en 2019, por lo cual los cargos finalizan en marzo de 2023.
Su salida se produce en medio de una complicada situación para el gremio de taxistas, duramente afectado por la caída de la facturación por la crisis derivada de la pandemia y una interna.
La tensión intestina en el gremio se gestó por la posición "permisiva" de Viviani con el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires frente a la autorización del uso de las app de transporte. Lo acusan de darle vía libre a Horacio Rodríguez Larreta a cambio de los subsidios que le aporta a la "escuelita", como se denomina en la jerga al centro de capacitación y profesionalización que poseen los taxistas.
En paralelo, el dirigente anunció en mayo pasado que había logrado que sus afiliados fueran incluidos "en las actividades que el Estado les va a dar una ayuda con los sueldos" en el marco de la crisis sanitaria.
En los últimos años, Viviani estuvo al frente de los tenues reclamos del sindicato en contra del funcionamiento de Uber, el servicio de la plataforma digital de choferes al que calificaba como "ilegal" y "competencia desleal".
Tras llegar a la conducción del sindicato de Peones de Taxis en 1983, en medio del regreso de la democracia, Viviani tejió en la década siguiente una alianza con el camionero Hugo Moyano en el marco del armado del Movimiento de los Trabajadores Argentinos (MTA) -con eje en los gremios del transporte, entre ellos también la UTA de Juan Manuel "Bocha" Palacios-, que se opuso al entonces gobierno de Carlos Menem.
Su estrecho vínculo con Moyano posibilitó también su ascenso dentro de la jerarquía de la CGT en la década siguiente, ya con Néstor Kirchner en la Presidencia y el camionero liderando la central obrera.
Pero la relación con Moyano tuvo un sonoro quiebre, cuando el camionero decidió dejar de respaldar a Cristina Kirchner a partir de su segundo mandato iniciado en diciembre de 2011 y Viviani, en desacuerdo con ese movimiento, se mantuvo en la facción cegetista cercana a la entonces mandataria.
Más tarde comenzaron sus bloopers en los respaldos políticos. Tanto en 2015 como en 2019 optó por apostar a "figuras" que no llegaron ni a competir en las PASO. En 2015 fracasó en su intento de imponer la candidatura del entrerriano Sergio Uribarri y en 2019 tuvo se peor error cuando señaló como alternativa al salteño (hoy exiliado volutnariamente) Juan Manuel Urtubey.
Luego intentó recomponer relaciones con el Frente de Todos. Apoyo a Alberto Fernández, ya Presidente, y hasta coló a su abogada de confianza, Risotto en la estratégica Dirección Nacional de Asociaciones Sindicales del Ministerio de Trabajo de la Nación. También se sacó una foto de reconciliación con Moyano.
La trayectoria sindical de Viviani no estuvo exenta de episodios polémicos, como cuando en 2017 fue eje de duras críticas por haber exhortado a "dar vuelta" los taxis de aquellos choferes que se negaran a adherir a un paro que la CGT había convocado contra la gestión del macrismo.
A raíz de ese hecho, el gremialsta debió realizar trabajos comunitarios en una iglesia porteña y hacer un curso sobre derechos humanos para evitar que se elevara a juicio una causa que se le abrió en su contra por "amenazas agravadas", "instigación a cometer delito" y "delito contra la libertad de trabajo".
Otro resonante caso en torno a su figura fue la muerte de su hermano en 2007, Horacio Viviani, quien fue hallado sin vida con un disparo en el pecho dentro de su auto estacionado frente a su departamento en el barrio porteño de Parque Chacabuco.
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