La brutal agresión al Toro Aguilera recuerda los desafíos pendientes en torno a la basura. Además, expone una situación inadmisible en una cárcel cordobesa.
Son tres minutos espeluznantes. En primer plano, un hombre corpulento llora mientras es golpeado y ahorcado. Con su boca ensangrentada, lo fuerzan a enviar mensajes a otras personas.
De fondo se escuchan las voces de los agresores, profiriendo todo tipo de amenazas al protagonista del video y a esas otras personas que no están en el lugar de la grabación. Hablan de matar hijos, de quemar casas, de sumas de 5 millones que alguien se llevó indebidamente... Una escena de tortura, que exhibe un submundo ultraviolento dentro y fuera de la cárcel en la que se registró. Un submundo con ramificaciones políticas.
Walter "Toro" Aguilera, el único rostro del video, la víctima, no es un preso cualquiera. Líder de una de las principales facciones de la barrabrava de Talleres, fue parte de la custodia de Mauricio Saillén, durante una década el dirigente sindical más poderoso de Córdoba. Y, como tantos otros patovicas y boxeadores dedicados a cuidar las espaldas del sindicalista, consiguió un sueldo fijo en el sistema de recolección de basura de Córdoba. Hoy, por haber caído nuevamente en prisión, está suspendido en el ente municipal Coys, el ex Esop, cuya principal tarea es el barrido en la ciudad. Pero cuando recupere su libertad no tendrá problemas para reinsertarse laboralmente.
El desafío de la limpieza
En el organismo que conduce la ex concejala Victoria Flores se libra, silenciosa, parte de la lucha por minimizar el dominio que los clanes Saillén-Catrambone impusieron en el sistema de basura hace más de 10 años. Con un plantel copado por familiares y personajes como el Toro Aguilera, el desafío era mantener el servicio sin interrupciones, mejorarlo y racionalizar el gasto.
En este último rubro, el del ahorro, los avances son significativos, pese a que no se progresó en la depuración del personal. Hijos, hermanos, sobrinas, novias, cuñados, primos, además de ex parejas, ex cuñados y así por el estilo siguen recibiendo sus sueldos con plata que en definitiva ponen el conjunto de los vecinos de Córdoba.
La jefa del ente destaca que ahora nadie cobra sin trabajar. El ejemplo sería el caso del propio Mauricio Saillén, que desde hace una semana maneja un camión del Coys, a cambio de 85 mil pesos mensuales, una suma insignificante al lado de los ingresos que supo acumular dominando el sistema de la basura.
En pocos días más llegará el pedido de reincorporación de Pascual Catrambone, el ostentoso líder gremial que recuperó su libertad esta semana. Aunque no habría que descartar que solicite un pase a alguna de las concesionarias privadas del sistema, como hicieron su hijo Agustín, que ahora está en Urbacor, y el hijo de mayor notoriedad pública de Saillén, Franco, el ex legislador, que consiguó que lo acepten en Lusa. Uno y otro son gerentes obreros de sus respectivas empresas. Eso, sumado a las designaciones de otros dos hijos de Saillén en junio pasado como empleados de Urbacor, muestran el poder que conservan los multiprocesados dirigentes del Surrbac.
Otro frente donde los avances son evidentes es el de los uniformes, simbólicamente importante. La ciudad ya no aparece invadida por propaganda de Saillén y Catrambone en las remeras de los miles de recolectores y barrenderos. El disparatado culto a la personalidad que desplegaron a la vista de toda la ciudad está ahora contenido.
Horror público
El viralizado video de la tortura al Toro Aguilera enciende alarmas sobre la situación en las cárceles. ¿Cómo puede ser que una escena así haya ocurrido dentro de la UCA, el centro del Servicio Penitenciario de Córdoba ubicado detrás del Hospital Misericordia, usado como primera escala para los detenidos?
La fiscalía a cargo de José Bringas abrió una investigación y resolvió trasladar a los dos internos que habrían ejecutado la agresión. Esa causa recién se inició el viernes.
Pero esa escena de terror también alerta sobre los muchos desafíos pendientes para resolver el problema de la basura. ¿Qué relación tendría el mencionado Saillén con esa truculenta historia? Y un interrogante que va más allá de este caso puntual: ¿Cómo puede ser que tanta gente que habita el submundo del crimen organizado sea empleada de empresas y organismos municipales ligados a la basura?
La solución al desastre construido en torno a este servicio es un desafío colectivo, en el que la Justicia seguirá teniendo un papel clave.
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