El Gobierno afrontará otra semana caliente en la calle gracias a una movilización convocada por la CGT para el 9 de abril, previa al paro general del 10. Una jornada que contará con el respaldo de otras centrales sindicales y movimientos sociales, y que busca marcarle la cancha a un oficialismo en dos temas: salarios y jubilaciones.
Por: Juan Pablo Kavanagh.
La organización para que la convocatoria sea masiva e impactante, con más de 300 mil personas, dio su primer paso el pasado jueves a las 15. En una mesa se reunieron representantes de los sindicatos de Seguros, Sanidad, UPCN, Uocra, Camioneros, Vidrio, Utedyc y Smata para definir detalles logísticos y cómo se moverán las columnas, con un primer punto de encuentro: Yrigoyen y Solís, para luego marchar hacia la Plaza de los Dos Congresos y pedir mejoras en las remuneraciones y en los haberes que perciben los adultos mayores.
Todavía queda un punto sin saldar que, evalúan desde la CGT, tendrá resolución en las próximas horas: si debe o no haber oradores. En la rama independiente de la central creen que dirigentes sindicales, micrófono en mano y ante la multitud, necesitan explicar las razones de la convocatoria, que cuenta con el aval de movimientos sociales (como la Corriente Clasista y Combativa y Territorios en Lucha), partidos políticos y las dos CTA que tienen como referentes al diputado nacional de UxP Hugo Yasky y Hugo “Cachorro” Godoy. Otros cuadros sindicales, por el contrario, piensan que no es necesaria la presencia de discursos.
En la CTA de Godoy ya cuentan con dos definiciones: se reunirán en Rivadavia y Montevideo a partir de las 15 bajo un par de consignas: “En defensa de los jubilados y en contra del FMI”. “Planteamos con claridad que es obligatoria la confrontación con esta experiencia neofascista del Gobierno para derrotarla en el menor tiempo posible”, expresó el dirigente gremial en una de sus últimas apariciones públicas.
En relación con el marco de la jornada, un integrante de la mesa chica cegetista imagina “una plaza repleta” que será todo un mensaje para un oficialismo al que ven con pocas respuestas. Ante PERFIL, una voz de peso señala que “el verano del Gobierno terminó” y que la situación económica, con el posible ascenso de la inflación en los próximos meses, “va a ser peor”.
Con ese telón de fondo, está convencido de que la central obrera tiene una oportunidad para canalizar el descontento social que, estiman, irá en aumento. En la calle Azopardo, hace algunos meses, señalaban lo contrario: que no había un escenario social para encarar una huelga. Lo dijo públicamente Andrés Rodríguez, la cara de los estatales de UPCN y uno de los referentes del sindicalismo, más allá de que siempre cuestionó el rumbo económico.
Pero el panorama cambió drásticamente a fuerza de despidos en el Estado, un ajuste salarial vía techo paritario en las negociaciones entre gremios y patronal y la chance latente de que La Libertad Avance motorice una nueva reforma laboral que toque intereses sindicales. En la Casa Rosada, un funcionario de alto rango afirma que los cambios que se introdujeron en la legislación laboral gracias a la ley Bases “fueron de baja intensidad” y que se necesitan otros. “La mitad de los trabajadores está en una situación de informalidad, así no podemos seguir”, es la mirada del oficialismo.
La frase llegó a oídos de los caciques sindicales, quienes si bien cruzaron mensajes con integrantes del gabinete, como Guillermo Francos, el jefe de Gabinete de la Nación, dejaron en claro que hoy no hay chance de que se reúnan con algún cuadro del partido violeta.
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