Se perfilan días decisivos para medir la fuerza de cada sector de la CGT, aunque el Gobierno no da signos de preocupación y avanza con sus planes. La apuesta de Pablo Moyano de armar una suerte de central obrera paralela. La protesta del miércoles, casi un paro general
Por Ricardo Carpena
Nada será igual en el sindicalismo después de la semana que viene. El paro del transporte dispuesto para el miércoles próximo servirá para medir la verdadera fuerza de los gremios del ala dura que la impulsan y, a la vez, la intensidad de la crisis en la que quedó envuelto el sector dialoguista.
El Gobierno no da muestras de preocupación por los crujidos del tablero sindical que se instaló en las últimas semanas. Cree que el paro del transporte es una demostración de la falta de visión de los dirigentes gremiales sobre el momento distinto que se vive en la Argentina y que el acatamiento a la huelga será menor al que muchos imaginan, sobre todo porque da por sentado que los colectiveros agrupados en la Unión Tranviarios Automotor (UTA) no se sumarán a la protesta del día 30 por más que fracase la audiencia de este lunes en la Secretaría de Trabajo para intentar un acuerdo salarial.Los sindicatos del transporte rediseñaron su medida de fuerza ante la renuncia de la UTA en sumarse a la medida de fuerza y por eso intentarán convertirla en un virtual paro general a partir del apoyo que lograron por parte de los estatales de ATE, los movimientos sociales y sectores universitarios.
Será el debut de esa suerte de central obrera paralela que armó Pablo Moyano por la pasividad de los dialoguistas. Y se juega mucho en la protesta: un alto acatamiento de los gremios de la Mesa del Transporte le dará al dirigente de Camioneros un bonus en su intento por aislar a los moderados de la CGT y erigirse en un líder con mayor predicamento dentro de una central obrera maniatada.
“Yo no lo quiero a Pablo, pero la verdad es que lo prefiero a él en esta etapa en que la conducción de la CGT no hace nada”, confesó a Infobae un aliado de los dialoguistas, molesto por la falta de reacción cegetista ante la sucesión de recientes medidas oficiales que erizaron la piel sindical: se anunciaron privatizaciones en los trenes, cierres de dependencias estatales y despidos de personal.
El hijo mayor de Hugo Moyano logró primero romper la Confederación de Trabajadores del Transporte (CATT), liderada por un ultradialoguista como Sergio Sasia (Unión Ferroviaria), que habla mucho con el Gobierno, apoya la privatización de los trenes y no quiere hacer medidas de fuerza. Así surgió la Mesa Nacional del Transporte con algunos gremios en conflicto que la CGT no contuvo, como los aeronáuticos (pilotos y aeronavegantes) y un rebelde ferroviario como Omar Maturano (La Fraternidad), entre otros. Y esta semana fue reuniendo más apoyos externos para tratar de que el paro del miércoles 30 sea importante por más que no se sume la UTA. Es clave para la Mesa Nacional del Transporte demostrar que puede aglutinar a varios sectores de la sociedad castigados por las políticas de Javier Milei, algo que la CGT ya no intenta hacer por su afán de no irritar al Gobierno.
Aun así, los recientes anuncios de la Casa Rosada sobre las profundas reformas en la AFIP y en la Aduana, más la reducción del personal del Senado y la privatización del tren Belgrano Cargas pusieron en aprietos a los dialoguistas, que tuvieron que frenar las instancias de negociación a punto de abrirse con los funcionarios libertarios ante la certeza de que podrían generar demasiado rechazo en medio del creciente clima de tensión provocado por la profundización de la motosierra.
Por eso, como informó Infobae, se suspendió la primera reunión de la comisión técnica tripartita que este jueves iba a tratar de acordar la reglamentación del artículo de la Ley Bases que penaliza los bloqueos y, además, se postergó el debut de la mesa de diálogo del Gobierno, la CGT y los empresarios del Grupo de los 6, que el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, planeaba para el lunes.
La reunión por el tema bloqueos fue pedida por la CGT y luego fue postergada a pedido de la CGT, en un extraño y vertiginoso giro que sólo se explica por las dificultades que tiene el sindicalismo para posicionarse ante Milei. A esa instancia técnica de discusión iban a ir dos abogados cegetistas, pero uno de ellos, Marta Pujadas (UOCRA), estaba de viaje en Bogotá y luego tenía que volar a Ginebra para acompañar a Gerardo Martínez en la reunión del Comité de Libertad Sindical de la OIT. Por eso los dialoguistas le explicaron al secretario de Trabajo, Julio Cordero, que preferían diferir el encuentro.
El Gobierno y la CGT, en la última reunión realizada en la Casa Rosada
Pujadas regresará al país la semana que viene, aunque deberá evitar hacerlo el miércoles para que el paro del transporte no le arruine su viaje. “Si vuelve, la reunión por los bloqueos se va a hacer”, dijo un jefe dialoguista de la CGT. En el entorno de Cordero atribuyeron estas idas y vueltas a la feroz interna de la CGT: “No quieren una foto junto con el Gobierno mientras Pablo Moyano se queda con la postal del paro”, interpretó un referente libertario. De todas formas, estimó que las dos reuniones tripartitas se van a concretar, pero que no hay fecha porque la agenda de la CGT está complicada.
En el sector dialoguista admitieron que las reuniones tripartitas se suspendieron porque “el clima no es el indicado: “Los anuncios de despidos en la AFIP y la Aduana y la privatización del tren Belgrano Cargas son conflictos de alto voltaje político. No nos podemos sentar a hablar sobre el futuro”.
Como anticipó Infobae, fue sugestivo cómo una de las máximas figuras del sector dialoguista de la CGT se mostró esta semana en una actitud beligerante hacia la Casa Rosada: Andrés Rodríguez, líder de UPCN, fue el anfitrión de un encuentro del Frente de Gremios Estatales, donde figuran organizaciones de trabajadores de la AFIP, Aduana, judiciales, universitarios y de Obras Sanitarias, en todos los casos afectados por ajustes y reformas dispuestas por el gobierno de Milei.
Pablo Moyano, Carlos Acuña y Sergio Romero, en la CGT
Así como un adalid de los moderados como Rodríguez se endureció como nunca ante el Gobierno, un aliado de los dialoguistas como Sergio Romero, titular de la Unión Docentes Argentinos (UDA) y secretario de Políticas Educativas, tiene voluntad de negociar para resolver el deterioro salarial del sector, pero no lo ayudan los propios funcionarios que deberían apostar a la negociación.
Por ejemplo, aunque conversa con el secretario de Educación, Carlos Torrendell, Romero lo criticó porque, ante la Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara de Diputados, explicó su idea de reducir a 5 años la duración de los planes de estudio de la Educación Técnico Profesional: “En momentos en que se requiere más y mejor educación -dijo-, reducir un año de estudios, aunque sea de manera optativa, significa poner en riesgo la seguridad pública, el medio ambiente, la salud, la ciencia y la tecnología, dado que esas son responsabilidades que manejan los profesionales técnicos”.
“A ello se suma el más que preocupante hecho que el proyecto de Ley de Presupuesto presentado por el Ejecutivo suspende la aplicación del 6% del PBI para educación y suspende el porcentaje mínimo de inversión destinado a la Educación Técnico Profesional, Ciencia y Tecnología”, señaló el líder de UDA.
Las miradas están puestas en la paritaria de la UTA, cuya última audiencia fue programada para el lunes a las 11. La hora se fijó más temprano porque quieren tener margen para negociar. La conciliación obligatoria vencerá ese día a las 23. Pero Pablo Moyano no saldrá ganando aunque fracasen las tratativas: si eso sucede, la UTA apuntará a hacer un paro propio para no darle rédito al camionero -su viejo enemigo- fortaleciendo el paro del 30 con la adhesión de los colectiveros.
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