Apenas lo designaron, el titular de Diputados llamó a los líderes cegetistas. Inusual gesto de la central obrera e incluso de la CTA kirchnerista en favor del sucesor de Silvina Batakis. La historia de una relación con el sindicalismo signada por los vaivenes
Por
Ricardo Carpena
La cálida bienvenida de la Confederación General del Trabajo (CGT) para apoyar la designación de Sergio Massa como ministro de Economía contrastó con la frialdad con que había recibido a Silvina Batakis cuando llegó al cargo que desempeñó durante sólo 24 días. Eso sí: pese al respaldo, hasta ahora la central obrera tiene decidido hacer igual la marcha del 17 de agosto contra “la política” que también incluye entre sus destinatarios al Gobierno. ¿La suspenderá como una señal hacia el nuevo funcionario?
Algún gesto de buena voluntad de la CGT se producirá, sobre todo después de que una de las primeras llamadas que hizo Massa cuando se confirmó su designación, ayer a la tarde, fue a los líderes cegetistas: pactaron una reunión para la semana próxima.
A diferencia de lo sucedido tras la renuncia de Martín Guzmán, la CGT difundió con rapidez un comunicado para “acompañar el sentido positivo” de los cambios de gabinete y apoyar al principal nombramiento: “Conocemos y confiamos plenamente en la orientación productivista y de desarrollo industrial que dará el compañero Sergio Massa a la economía argentina”.
Massa y los sindicalistas tienen una antigua y sólida relación. De por sí, el cotitular de la CGT Carlos Acuña (estaciones de servicio) es dirigente del Frente Renovador, al igual que su esposa, Blanca Cantero, intendenta de Presidente Perón. Héctor Daer (Sanidad), otro de los miembros del triunvirato cegetista, fue diputado nacional del partido de Massa hasta que dejó sus filas en 2017 para apoyar la candidatura de Florencio Randazzo y hoy es un albertista a ultranza. Pablo Moyano, el restante cotitular de la CGT, es el que menos relación tiene con el sucesor de Batakis, pero sí hubo lazos sólidos con su hermano Facundo, ex diputado massista, y con su papá Hugo.
En las listas de candidatos para las elecciones de 2015, cuando Massa era rival acérrimo de Cristina Kirchner, el Frente Renovador fue el partido que más lugares les dio a los dirigentes gremiales. Facundo Moyano lideró la nómina de diputados por la provincia de Buenos Aires. Otros miembros del sindicalismo massista fueron el fallecido Alberto Roberti, titular de la Federación Sindical de Petróleo, Gas y Biocombustibles, y los dirigentes de Comercio Rubén Ledesma, de Morón, y Orlando Machado, de Lanús-Avellaneda, entre otros.
En esos años de esplendor del Frente Renovador también militaba en ese espacio el titular del Sindicato de Gastronómicos, Luis Barrionuevo, quien, junto con su ex esposa, Graciela Camaño, fueron los que cobijaron a Massa cuando comenzó a militar en el PJ de San Martín. “Sergio es un chico que lo criamos nosotros en San Martín; lo afilió Graciela (Camaño) al peronismo. Era de la Ucedé. Es un chico impetuoso”, dijo el dirigente sindical que se fue alejando de Massa en la medida en que éste se acercó a Cristina Kirchner, en 2019.
Hoy, el massismo sindical se muestra raleado, aunque su líder sigue cultivando buenos vínculos con todo el gremialismo. Su designación fue elogiada incluso por un dirigente ultra K como Hugo Yasky, titular de la CTA kirchnerista. “Massa puede aportar fortaleza e iniciativa política al Gobierno”, dijo hace 24 horas, cuando gobernadores y otros dirigentes avalaron su nombramiento.
Massa se convirtió en un socio silencioso de la CGT desde que en mayo pasado presionó públicamente a Martín Guzmán para que accediera a actualizar el piso del Impuesto a las Ganancias, que el ministro se resistía a instrumentar para no afectar el acuerdo firmado con el Fondo Monetario Internacional (FMI). El presidente de la Cámara de Diputados le envió una nota a Guzmán para que tomara esa decisión y la respuesta del titular de Economía fue que la medida era “obvia” y se estaba discutiendo desde marzo.
Aun así, como no hubo avances, Massa amenazó con presentar un proyecto de ley para modificar Ganancias en el Congreso. Finalmente, intervino Alberto Fernández: convocó al titular de Diputados y al ministro de Economía a una reunión en la que se aprobó el piso del impuesto y de la que participó el triunvirato que lidera la CGT, integrado por Daer, Acuña y Pablo Moyano. Fue un triunfo político para el reemplazante de Batakis y una forma efectiva de tender puentes más sólidos hacia el sindicalismo y los trabajadores.
Así, el designado superministro de Economía dejó atrás un único traspié que se le recuerda en su relación con la dirigencia gremial. Fue en septiembre de 2013 cuando, en una cena en la Municipalidad de Tigre con sindicalistas alineados con Barrionuevo, les dijo: “Hay que recuperar el vínculo entre ustedes y la gente: no puede haber ningún gremialista que tenga asegurada la continuidad de manera perpetua”. Su definición le alteró la digestión a su auditorio sindical, beneficiado con la reelección indefinida, pero para compensar les propuso trabajar junto con los legisladores del Frente Renovador en proyectos que apuntaran a la “defensa del modelo sindical”.
Sergio Massa y Facundo Moyano, en el recinto de Diputados
Apenas se conoció su designación, y antes de que difundiera el comunicado de respaldo, en la CGT predominaba la cautela. “Hay que ver cómo se rearma todo el tablero: acá jugaron fuerte los gobernadores y parte del empresariado”, afirmó un directivo cegetista. Uno de sus colegas sostuvo: “Creo que es la última carta. Veremos qué pasa. El tema es que los problemas siguen siendo los mismos”.
La única sombra que oscurece el entusiasmo sindical en este momento es la duda acerca de la estabilidad del ministro de Trabajo, Claudio Moroni: la Vicepresidenta hace mucho que busca desplazarlo, pero lo sostienen Alberto Fernández, su amigo y jefe político, y la alianza que maneja la CGT (”Gordos”, independientes y barrionuevistas), que lo consideran un aliado y hasta ahora lo protegieron.
En las próximas horas, cuando asuma como nuevo ministro de Economía con amplias atribuciones, Massa será el encargado de darle al sindicalismo las respuestas que no le dio Guzmán y que seguramente tampoco le iba a dar Batakis. Y si no son las respuestas que los dirigentes gremiales esperan ante sus reclamos contra la inflación, en favor de la recuperación salarial y de una solución a la crisis de las obras sociales, al menos lo que esperan es que les dé una esperanza, algo que hasta hora les estaba retaceando el Frente de Todos.
Comentá la nota