El secretario general de la Unión Ferroviaria y ex titular de la CATT, se refirió a la renuncia de Pablo Moyano a la CGT.
Las diferencias entre los sectores denominados “dialoguistas” y “combativos” no deberían desembocar en una ruptura de la unidad de la CGT. Estas tensiones, que surgen principalmente por las particularidades de las negociaciones colectivas en cada actividad, reflejan las distinciones entre las realidades del sector público y privado. Sin embargo, la CGT, como confederación, tiene el deber de articular y moderar estos intereses diversos.
La única forma de sostener esta unidad es construyendo consensos claros sobre cómo enfrentar las políticas que amenazan la actividad económica y los derechos laborales. La respuesta no puede ser atomizar el conflicto, sino potenciar el poder sindical mediante una sinergia capaz de sintetizar los matices de todas las organizaciones. Esto exige la construcción de un proyecto único que contemple los nuevos escenarios políticos y cuente con un amplio consenso social. El movimiento obrero debe presentarse como una alternativa con ideas y un plan propio, dejando de seguir el ritmo que marca la política.
En mi renuncia a la secretaría general de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT), percibí que este escenario era quizá inevitable. En los últimos meses, observé cómo algunas organizaciones sindicales de la CATT adoptaron una agenda de acción directa que se alejaba no solo de las disposiciones orgánicas de la CGT, sino también de las de la propia confederación. De hecho, algunos incluso, desde una mirada más política, intentaron escalar la confrontación, pero ahora parecen darse cuenta de que ese no es el camino.
Es fundamental interpretar la realidad con claridad. El movimiento obrero necesita reconfigurarse, fortalecerse desde la inteligencia estratégica, con proyectos sólidos, debates profundos y una perspectiva unificadora. Solo así podremos garantizar una CGT fortalecida y adaptada a los desafíos actuales, siempre con la unidad como eje central.
Por Sergio Sasia, secretario general de la Unión Ferroviaria.-
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