Lo importante no sólo es tener razón, sino saber usarla. El paro bancario con matices es una decisión cuasi criminal, desde el punto de vista de los afectados, de los damnificados, de las verdaderas víctimas de un sindicalismo que logró la indulgencia de la política, especialmente en este caso, el Banco de la Provincia de Buenos Aires. Nadie se explica por qué no se ha investigado a la entidad bancaria, por su manejo durante el gobierno de Daniel Scioli y la presidencia de Gustavo Marangoni. Es una deuda de CAMBIEMOS.
En realidad si hay explicaciones, el directorio estaba compuesto por representantes de la política, lo cual daba protección a que Scioli convirtiera al Banco Provincia en la base de financiación política para impulsar su candidatura a presidente de la Nación. Del que activamente participó hasta Karina Rabollini. Así se construyó un entramado que ahora resulta difícil desarmarlo, como también neutralizar los excesos. Allí deben anotarse los directores que puso Sergio Massa con su frente “reciklador”, que acompañaron la gestión Scioli/Marangoni.
En este caso nunca falta un buey corneta. Sergio Palazzo muy posiblemente, aspire a ser un candidato del sindicalismo afín al kirchnerismo, a alguna jugosa renta legislativa. Esto es lo que se está jugando, no hay que perder el foco de la escena y de lo que ocurrió con Leopoldo Moreau, que justifica la agresión al periodista Julio Bazán porque trabaja en Clarín.
El Banco de la Provincia, es prácticamente una administradora social del estado bonaerense. Jubilados, estatales y beneficiarios de la AUH, componen gran parte de sus clientes y usuarios, más pequeños comerciantes y empresarios. Palazzo no lo desconoce, por ello aprieta extorsivamente con medidas de fuerza. De este tipo de medidas no hay retorno.
Cobran TODOS los meses los bancarios de TODOS los bancos. Los diferendos salariales se dirimen negociando, NO dejando de trabajar y rompiéndole el trasero a quienes necesitan que el banco funcione, no que esté cerrado y se haga un fixture de puertas cerradas, trabajo a reglamento, asambleas en horarios y días pico, donde tampoco se pudo acceder a los cajeros automáticos.
Dicen que Palazzo, como Moreau, son alfonsinistas y detestan repulsivamente a Mauricio Macri y al PRO. Raúl Alfonsín, el padre de la democracia, fue atacado impiadosamente por la arenga vacía y anacrónica funcional al P.J., que representó Saúl Edolver Ubaldini con 14 paros generales, a un gobierno cuyo presidente llegó al poder recitando el Preámbulo de la Constitución Nacional.
Ubaldini fue también conocido como “Lagrimita” porque lloraba en sus discursos. Fue diputado nacional con Carlos Menem (le pagó la campaña por sus 14 paros generales) y cuando asumió se acabaron los paros, los trabajadores, la CGT todos, no abrió más la boca. Florecían los Hugo Moyano, Luis Barrionuevo, los Pedrazza etc.
También comenzaron a aparecer los de la onda Baradel, Yasky, Jose Rigane (vitalicio en Mar del Plata) en Luz y Fuerza, quien adora el modelo Venezolano y admira a ultranza a Hugo Chávez. Algunos nunca manejaron un camión, agarraron una bandeja, estuvieron al frente de una clase en una aula o conocen un medidor de luz. Y parecen vacas sagradas a través de los años.
La democracia estaba en pañales o salía de la dictadura militar genocida, prácticamente en muletas, puedan sobrar los eufemismos para explicar mejor el momento. No hubo contemplaciones políticas ni de Ubaldini ni de Menem ni de Cavallo. La entrega del poder, lo hicieron a costa de tener que dejarlo escupiendo sangre, como lo reconoció el Presidente de la Nación que en 1983, le devolvía la vida y las instituciones a todos los argentinos. Su misión consideraba humildemente, era entregarle la banda presidencial al sucesor elegido por la ciudadanía.
Hundieron a los argentinos, a todo el país. Palazzo ha retornado al desgraciado pasaje de los denominados paros salvajes. Macri está contenido por CAMBIEMOS. El gobierno no es el PRO y definitivamente lo tienen que entender, hay una mayoría que en 2017, amplió lo que dijeron las urnas cuando hablaron en 2015. Hay muchos sectores, demasiados, que están en consonancia, con mayor o menor visibilidad, con una verdadera acción desestabilizadora o proclive a debilitar al actual gobierno con miras al 2019, porque ya han iniciado la campaña para eses turno electoral.
Hoy Macri, a pesar que luzca con un equipo desmantelado con el PRO, como ocurre en Mar del Plata, tiene los votos de CAMBIEMOS, que comprende a la UCR, la Coalición Cívica, partidos provinciales y un importante porcentaje de votos independientes que han decidido quiénes y cómo nos gobiernan. Los paros que enarbola Sergio Palazzo son una enormidad, pierden legitimidad, son el abuso desmedido de un poder conferido de dudosa existencia, a partir de las elecciones sindicales, sólo a partir de sus padrones y autoridades que deciden quién participan o no.
Es una desmesura, aplicar semejante magnitud de daño que sufren los más débiles y vulnerables, por un reclamo cargado de consignas políticas, que existen inobjetablemente en su discurso. Seguramente Palazzo gozó de la franquicia del gobierno de Daniel Scioli y Gustavo Marangoni, a partir de la caída del andamiaje anterior del gremio, el único que se “retiró” fue Zanola, todos los demás con camuflaje, contenidos en el sindicato u ocupando cargos políticos rentados.
Están recogiendo lo que virtualmente consiguieron con el espurio manejo del ex gobernador, que insólitamente no es investigado por su gestión del Banco de la Provincia. A Palazzo se lo nota más combativo en la actualidad con el gremio a la rastra, que cuando la Asociación Bancaria era conducida por Juan José Zanola, que pasó tristemente a la fama por la mafia de los medicamentos. Todos hablan de un prudente silencio corporativo. Son una casta que se han llevado puesto un país y que no merecen otra oportunidad.
Jorge Elías Gómez
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