Le cuestionan sus conductas erráticas y la falta de logros en la conducción; el metalúrgico defiende su liderazgo
A Antonio Caló suele tragárselo la tierra. Hace poco, ni la presidenta Cristina Kirchner pudo dar con su teléfono. Tampoco tuvieron suerte sus laderos de la CGT, que bromean a sus espaldas diciendo que dialogar habitualmente con su jefe es una misión casi imposible. La política del silencio que adoptó Caló tiene su explicación: el contenido de sus últimos mensajes es más acorde con el de los de un opositor que con los de un gremialista alineado con el kirchnerismo. O, como le sucedió más de una vez, tuvo intervenciones que lo obligaron luego a desdecirse, como cuando apoyó el reclamo salarial de los gendarmes o cuando admitió hace unos meses que "la economía del país está estancada".
A seis meses de su asunción al mando de la CGT que reconoce el Gobierno como su única interlocutora gremial, Caló todavía no logró ganarse la confianza absoluta de los kirchneristas. Descolocó con algunas demandas sindicales que resultaron excesivas para la Casa Rosada, como reclamar una suba superior al 50% del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias. O, más recientemente, amenazó con un paro de los metalúrgicos para hoy en caso de no anudar un trato en la negociación paritaria , en la que solicitó inicialmente un aumento del 32% .
Los desconcertantes pasos de Caló también generan confusión puertas adentro de la CGT. El último gran cortocircuito se produjo ante las diferencias por la reforma judicial que impulsó el kirchnerismo.
La central rechazó los cambios en la Justicia al considerar, en un comunicado, que algunas medidas afectaban derechos de los trabajadores y que se le daba al Estado un "poder excesivo". El mensaje no fue unánime: lo impulsó en soledad el sector de "los Gordos" (grandes gremios), que omitió inicialmente la firma de Caló y le atribuyó la nota al secretario de prensa, Héctor Daer, de viaje en Colombia. Minutos después se corrigió y figuró el jefe de la UOM.
A partir de este episodio, la cúpula cegetista apuró un encuentro para unificar los mensajes que se emitan de ahora en más. Desde el bastión independiente le atribuyen a Caló cierta inactividad y argumentan que es el motivo por el que surgen "iniciativas aisladas", como el comunicado de oposición a la reforma judicial.
Inactividad
Las voces de mando de los independientes son los estatales Andrés Rodríguez (UPCN), José Luis Lingeri (Obras Sanitarias) y el albañil Gerardo Martínez (Uocra). La mayoría de ellos observa cierta "inactividad" en la conducción de Caló. Hasta le atribuyen "falta de personalidad" y "salidas inesperadas". También sorprendió cuando faltó a la primera cita oficial con la Presidenta por estar de vacaciones.
"Antonio tiene un liderazgo muy particular. No quiere una CGT personalista, como era con Moyano. Él es más corporativo y se apoya mucho en el resto, como [Omar] Viviani o en «los Gordos»", definió a Caló un hombre de peso en la CGT kirchnerista.
Caló también habló de su rol de secretario general. "El liderazgo se mide por el trabajo y la capacidad de diálogo", dijo hace unos días a LA NACION ante los crecientes cortocircuitos internos.
Los más críticos de Caló le reclamaron la semana pasada un mayor compromiso. Consideran que la CGT debe recuperar presencia institucional. Una amplia mayoría coincidió el miércoles, en la sede de los taxistas, en que el comunicado por la reforma judicial fue tardío y equivocado. "Nadie sabía bien de qué se trataba. El equipo de abogados no nos instruyó a tiempo. Y quedamos mal parados reaccionando después de Moyano", dijo un gremialista que frecuenta el Congreso.
Los exiguos logros conseguidos también incomodan a Caló. Sus insistentes reclamos por el dinero de las obras sociales sindicales y por la universalización de las asignaciones familiares no tuvieron eco en los despachos oficiales. Tampoco tuvo suerte con la exigencia sobre el impuesto a las ganancias.
Caló, como otros de sus colegas, percibe cierto ninguneo desde la Casa Rosada. Por eso, puertas adentro, los sindicatos más combativos ya comenzaron a barruntar la posibilidad de activar medidas de fuerza. Por lo pronto, el 1° de mayo los encontrará con la brazos cruzados, sin ningún acto en la agenda para celebrar el Día del Trabajador..
Comentá la nota