Con la atención puesta en el armado de las listas legislativas, los distintos espacios gremiales reafirman la propia identidad y dan muestras individuales capacidad de movilización, a contramano de un oficialismo concentrado en cerrar grietas y construir unidad.
Por: Felipe Osman.
Hacemos por Córdoba está en campaña. Tanto a nivel provincial como municipal ha definido sus candidatos, y hasta cultiva un proyecto nacional de alcance incierto detrás de Juan Schiaretti. Martín Llaryora recorre el interior provincial sin pausa, buscando que todo el peronismo cierre filas detrás de su candidatura, y Daniel Passerini, hiperactivo, desenvuelve una agenda cargadísima en la ciudad.
Todos hablan de ampliar las fronteras del oficialismo, y Llaryora en particular trabaja para borrar las grietas abiertas adentro del peronismo de Córdoba. Algunas datan del 2019. Otras, de mucho antes.
Pero ese ejercicio frenético del oficialismo para aunar a todos los espacios detrás de sus objetivos electorales no encuentra reflejo en el sindicalismo cordobés.
Muy por el contrario, el gremialismo no parece en absoluto interesado en consagrar la unidad, y atento a la configuración de las listas legislativas, cada espacio se preocupa por reafirmar una identidad propia o mostrar su capacidad de movilización, como un activo valioso para un PJ en campaña.
Al mismo tiempo, la incertidumbre que el oficialismo sostiene alrededor de la fecha electoral, manteniendo en los cálculos de la oposición una incógnita que dificulta la definición de sus candidatos, tiene el efecto colateral potenciar la ansiedad de quienes quieren garantizarse un espacio en la lista legislativa de Hacemos por Córdoba. Lista que, además, cabe imaginar tendrá muchos menos lugares expectables que la de 2019, cuando una oposición dividida permitió al oficialismo quedarse con 25 de las 26 bancas departamentales.
En este contexto, el sindicalismo que “reclama” el histórico cupo del 33 por ciento en las listas del peronismo, aunque es plenamente consciente de que esa máxima ha sido hace mucho derogada por el tiempo. No hay que prestar atención al número. Pero sí al reclamo.
Cada espacio gremial quiere lugares en las listas, y la normalización de la CGT Regional, que tenía el objeto de alcanzar la unidad del movimiento obrero, ha quedado muy lejos de aquel cometido.
El anuncio de que a fines de mes se celebrará el “congreso normalizador” que definirá la nueva conducción de la Regional Córdoba provocó una rápida reacción de los gremios que siguen alineados detrás de José Pihen, titular del SEP y ex conductor de la delegación cordobesa de la CGT, que fuera desplazado por la secretaría del Interior de la central nacional.
Cabe aquí una aclaración: según la CGT Nacional, el mandato de Pihen estaba caduco, no reconociendo legitimidad al proceso electoral que en 2019 eligió al legislador como conductor de la regional por cuatro años. En efecto, la legitimidad de ese proceso ya había sido cuestionada por Rubén Urbano y Pablo Chacón, que aseguraban la regional sería normalizada una vez normalizada la CGT Nacional.
Ahora bien, Pihen celebró el viernes un plenario junto a 40 sindicatos que desconocerán a las autoridades que el congreso normalizador defina para la regional, reclamando elecciones abiertas a todos los gremios, y no sólo a los sindicatos federados. En suma, cada espacio impugna al otro.
Fuera de este esquema, otro espacio gremial apuesta a potenciar su desarrollo territorial y reclama la atención del oficialismo: las 62 organizaciones peronistas.
Este armado, que se asienta en las organizaciones sindicales que lo integran, tiene sin embargo un perfil más político, y hacía ese horizonte guía sus movimientos.
Sin entrar de lleno en la disputa que existe entre la CGT Regional y la CGT Córdoba (firma que utilizan Pihen y sus seguidores en sus comunicados), las 62-O han mostrado afinidad con la postura del líder del SEP, pero se preocupan mucho más por abrir regionales propias en el interior provincial, demostrar su capacidad de movilización y levantar en cada acto las banderas de campaña del oficialismo.
Esas muestras de respaldo tienen una contrapartida clara: en cada acto se pide por Llaryora Gobernador y Schiaretti Presidente, y luego se reclama por lugares en las listas legislativas. En su agenda tienen programados encuentros regionales en Punilla, Colón y Capital, mientras terminan de delinear otro en el sur. En cada uno de ellos se escuchará lo mismo: un pedido de compromiso a la militancia para los trabajos de campaña, y un reclamo de representación en los esquemas al oficialismo.
En rigor, el interés más claramente expresado por esta organización es el común denominador en todos los espacios gremiales. Cambian las formas. No el fondo.
Comentá la nota