El nuevo esquema de negociaciones semestrales limpiaría el camino a la gestión para volver a negociar con el gremio después de las elecciones. Sin embargo, ni propios ni extraños dudan de que el sindicato romperá las reglas para capitalizar la debilidad relativa de un oficialismo en campaña.
El Sindicato de Empleados Municipales mantuvo en los últimos días de la semana pasada su primera reunión formal con las autoridades del municipio, con las que negocia un nuevo reajuste salarial para compensar la pérdida del poder adquisitivo de sus haberes entre noviembre de 2020 y abril de 2021.
Ayer, tras una nueva reunión, la Comisión Salarial del Suoem hizo circular un comunicado informando a las bases que las conversaciones continuarían hoy, aunque sin ofrecer mayores precisiones sobre la evolución de las tratativas. Una especie de excusa anticipada: “estamos trabajando”.
En noviembre del año pasado el Ejecutivo concedió un reajuste del 23,4 por ciento (en dos tramos) al gremio por el período enero/octubre del 2020, sumado a un bono para compensar a los trabajadores que habían visto sus ingresos menguados por el recorte de la jornada.
En suma, el reajuste fue equivalente a la inflación, pero tuvo una diferencia crucial con el método que venía imperando: se pasó de una cláusula gatillo con ajustes automáticos bimestrales que había implementado la gestión de Ramón Mestre en su último año al frente del municipio (con anterioridad había concedido un mecanismo similar pero con ajustes mensuales) a negociar una paritaria a plazo vencido y con una recomposición salarial escalonada.
En el acta acuerdo que se rubricó en noviembre, el Ejecutivo pactó con el sindicato que la próxima revisión salarial tendría lugar en mayo de este año y que a raíz de tales negociaciones la paritaria del Suoem quedaría resuelta por los próximos seis meses, hasta noviembre de 2021. En otras palabras, la próxima tregua duraría suficiente como para atravesar la campaña electoral sin conflictos. El cálculo estaba bien hecho, pero la realidad impuso sus propios planes.
La llegada de la segunda ola de la pandemia, las peripecias de escala global para inmunizar a la población, y una economía que no levanta cabeza hicieron méritos suficientes para que el oficialismo busque posponer las legislativas, y la endémica división de la oposición hizo el resto. Ambas fuerzas se pusieron de acuerdo en postergar el calendario electoral superponiéndolo (carambola del destino) con el fin del acuerdo salarial entre el municipio y el Suoem.
La postura de la Municipalidad sigue siendo hoy la misma que en noviembre del año pasado. Los funcionarios del Palacio 6 de Julio repiten, casi de modo reflejo, que la paritaria estará guiada exclusivamente por la variación de la inflación entre los meses a reajustar (noviembre, diciembre, enero, febrero, marzo y abril). La cuenta da, según datos del Indec, un 23,8 por ciento.
Desde el sindicato, en tanto, hay distintas versiones sobre la marcha de la negociación y, fundamentalmente, sobre las pretensiones que la Comisión Salarial del Suoem pondrá sobre la mesa. Hay también quienes explican esa multiplicidad en el interés de algunos sectores del gremio de poner el listón más alto de lo que se presume va a conseguirse para limar la débil relación que, tras un año de malas noticias, subsiste entre las bases y la conducción.
Durante el fin de semana circuló entre los municipales que la oferta sería de dos tramos del 12,5 por ciento para el semestre “irregular” que va de octubre del 2020 a abril del 2021. Y que esos dos tramos se liquidarían en junio y julio, impactando el primero en el aguinaldo. Hubo después una nueva versión que hablaba de un 23 por ciento sin especificar si la oferta sería o no escalonada.
Los números no están alejados de las cifras que arroja el IPC medido por el Indec, presuntamente la única brújula que guiará al Ejecutivo. Pero lo más interesante pasa por otro lado.
En el Palacio 6 de Julio confían en resolver la paritaria sin conflicto, y desde el gremio saben que la conducción no está en las mejores condiciones para movilizar a las bases. Sin embargo, hacen otro cálculo, mirando más al calendario que a las cifras que publica el Ministerio de Economía.
La apuesta, según apuntan fuentes gremiales con participación en la conducción y baqueanos en las paritarias del Suoem, será romper la tregua en las vísperas de los comicios, en plena campaña electoral. Ese será, adivinan, el único momento de debilidad en la que podrán presionar al Ejecutivo para recuperar parte de lo perdido el año pasado.
Otros, que comparten la misma composición de lugar, imaginan otra variante. Que la prenda para mantener la paz no sean ventajas para el gremio, sino el regreso de Rubén Daniele al sindicato. Una alternativa tan disparatada que sólo podría ser posible en un país en el que ni siquiera la biología hace méritos suficientes como para separar a los terratenientes del sindicalismo de sus feudos.
Por Felipe Osman
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