Por Mariano Martin
El comicio está signado por el intento de Antonio Caló por desplazar a los actuales secretarios generales de distritos estratégicos como Avellaneda y Morón.
La renovación de autoridades en la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), postergada por la pandemia, arrancó finalmente ayer y se extenderá al menos hasta mañana signada por la tensión en varias de las seccionales más emblemáticas del mayor gremio industrial de la Argentina. Son los casos de la mayor de ellas, la de Avellaneda, así como las de Morón, Quilmes y Villa Constitución, en donde listas opositoras se presentaron para disputar con las actuales conducciones. En los dos primeros casos, además, la refriega de fondo tiene como protagonistas a la conducción nacional, por un lado, y a los referentes locales, por otro.
La mayor conflictividad ayer se concentró en la filial Morón, donde el plan de Sergio Souto de ser reelecto chocó con las maniobras que desplegó el secretariado nacional, a cargo de Antonio Caló, por desplazarlo. La Junta Electoral nacional del gremio montó en varias fábricas grandes mesas de votación paralelas a las que había montado la estructura local. “En esas mesas estuvo sólo la lista opositora, en cambio en las nuestras estuvieron las dos”, le dijo anoche a este diario Souto.
Lo que ayer afloró a cielo abierto en la seccional, que concentra unos 5 mil afiliados y abarca también partidos como Marcos Paz, Moreno, Merlo, Ituzaingó y Hurlingham, es un conflicto que viene de arrastre desde la asunción de Souto en reemplazo de Gerardo Charadía, un histórico de la mesa nacional de la UOM. El actual secretario general se diferenció en varias oportunidades de Caló y el punto de mayor disputa surgió en torno de la obra social por denuncias de falta de atención de los afiliados locales en la red prestacional del gremio a nivel nacional.
“Caló está enojado con nosotros porque planteamos el autogerenciamiento de la obra social para que finalmente haya una buena atención para nuestros afiliados. En la actualidad cuando van a atenderse a los consultorios propios de la UOM les sale tres veces más que en una clínica privada”, protestó Souto. El dirigente denunció, además, que en la fábrica de Ternium-Siderar, del grupo Techint, “hubo una patota que no permitió el desarrollo normal de la votación”. Al frente de la lista Azul y Naranja, Souto competirá esta semana con Rubén Andrada, su actual secretario adjunto y promocionado por la UOM nacional para arrebatarle la jefatura como referente de la lista Verde y Blanca.
Historia
Algo similar se produjo en los últimos días en la filial de Avellaneda. Daniel Daporta, actual secretario general, pone en juego su conducción ante Felipe Anríquez, un histórico dirigente del oficialismo local que a último momento formó una lista propia con otros referentes desplazados en los últimos años por el secretario general. Se trata de una disputa casi generacional, con Daporta resuelto a imponer a dirigentes más jóvenes y un sector de los más añosos, apoyado por Caló, que logró armar una lista opositora. La mayor tensión se vio hacia el fin de semana pasado cuando la lista Rosa de Daporta marchó a la sede nacional del gremio y al Ministerio de Trabajo el jueves ante la sospecha de una intervención, algo que finalmente no se concretó.
Entre las once seccionales en las que arrancó una disputa entre listas figuran, también, otras con peso propio. Es el caso de Quilmes, Florencio Varela y Berazategui, donde Francisco “Barba” Gutiérrez puede interrumpir un mandato de 38 años frente a Adrián Pérez, apadrinado por la intendenta Mayra Mendoza. A diferencia de Caló, cuyo liderazgo no parece por ahora tener sombra, el kirchnerismo no le perdona a Gutiérrez haber apoyado a Florencio Randazzo en 2017.
Otro caso, distante en el espectro ideológico, es el de Villa Constitución, una filial siempre asociada al sindicalismo clasista y que en la actualidad domina Pablo González y cuyos últimos dos años de mandato estuvieron cruzados por conflictos con el grupo Techint en Tenaris. En ese territorio surgió una lista opositora de la comisión interna de la fábrica siderúrgica Acindar, que lleva como bandera de campaña “recuperar los 20 puntos perdidos de salario” en los últimos años.
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