Se trata del director de Relaciones Institucionales del grupo cerealero. Un cargo que en otras empresas es decorativo, en este caso es todo lo contrario: un personaje que través de distintas organizaciones empresariales controla e incide a través de pautas publicitarias, invitaciones a viajes y regalos empresariales, con un doble objetivo: presentar el mejor rostro de la empresa y ocultar el peor.
Un trabajador transportista que murió aplastado en una celda de descarga de cereales. Empleados que denunciaron que no se cumple con los protocolos necesarios de COVID-19 y que se ocultan contagios. Estos hechos (que tan solo son algunos de los que se pueden enumerar) fueron protagonizados en instalaciones de la empresa Bunge, pero rápidamente su impacto mediático y judicial queda desactivado.
Para que esto suceda, es clave un esquema de protección permanente, que además se refuerza en los momentos críticos. En el caso de la cerealera y exportadora Bunge, el mayor responsable de esa articulación es Guillermo García, director de Relaciones Institucionales del grupo.
En un conglomerado de este tipo, un cargo así incluye el vínculo con autoridades oficiales, como también la defensa de intereses corporativos a través de cámaras empresariales.
Una muerte absurda que casi no trascendió
Un transportista de unos 40 años murió una madrugada de junio cuando iniciaba la descarga de su rodado en la playa del Complejo Bunge de Puerto General San Martín, en las afueras de Rosario. Según, el relato de un empleado de seguridad de la empresa –supuestamente, el único testigo del hecho- el camión comenzó a retroceder y se vino encima.
El trabajador se llamaba Alejandro Campero. La fatalidad ocurrió cerca de las 4 de la madrugada en las celdas 7 y 8 cuando –de acuerdo al relato del encargado de seguridad– dos transportistas se disponían a realizar la descarga y desataban las lonas de sus camiones. El vehículo –por motivos poco claros- se habría deslizado para atrás provocando el aplastamiento y posterior fallecimiento de Campero.
Llamó la atención –o no, teniendo en cuenta lo que este portal describe en esta nota- que la trágica noticia apenas salió publicada en un puñado de portales de noticias, pero en ningún medio de los considerados “grandes”.
Era evidente que Guillermo García había hecho lo suyo…
Coronavirus y ocultamiento
Trabajadores de ese complejo cerealero intentaron –en vano, por el resultado- denunciar el no cumplimiento de los protocolos sanitarios por Covid-19. La empresa oficialmente reconoció cinco contagios, pero serían bastantes más.
Tampoco trascendieron mucho los cinco contagios en otras dos plantas de la empresa: dos operarios del establecimiento en San Nicolás, y los restantes tres en Ramallo.
Lo llamativo de los casos de Ramallo es que no figuraron en el parte oficial de ese municipio del norte bonaerense. Informaron que los estudios fueron realizados por la propia empresa en un laboratorio de Rosario. Total normalidad…
Un personaje polémico
El cargo de director de Relaciones Institucionales en muchas empresas es meramente decorativo. En un conglomerado de este tipo, Bunge, por el contrario, un puesto así incluye el vínculo con autoridades oficiales, como también la defensa de intereses corporativos a través de cámaras empresariales. Y eso es lo que hace García.
En su rol, el lobista García se encarga de presentar congresos, es orador de encuentros, representante en organismos nacionales e internacionales, y quien maneja -además- la relación con los medios. El cargo que tiene en la empresa le asegura llegada permanente a las oficinas oficiales y a las selectas oficinas opositoras. Tiene fluido contacto con la Federación Argentina de la Industria Molinera (FAIM), que encabeza Diego Cifarelli, como también con Gustavo Idígoras, presidente de Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA), la cámara aceitera.
El responsable del vínculo de Bunge con las dos cámaras es también Guillermo García. Basta con mirar su perfil de Linkedin para ver que García es algo así como un “ministro plenipotenciario”.
Tanto Cifarelli como Idígoras son parte del dispositivo de presión de Guillermo García y el grupo Bunge, que a través de distintas organizaciones empresariales controla e incide a través de pautas publicitarias, invitaciones a viajes y regalos empresariales. El objetivo siempre es doble: presentar el mejor rostro de la empresa, como ocultar el peor.
También fueron numerosas las acusaciones de evasión fiscal que rozaron a la empresa. Ahí nuevamente, ante la aparición de alguna noticia vinculada al tema, apareció García y lo que se llama “crisis management” dentro del mundo empresarial. El cargo formal –como se dijo- es director de Relaciones Institucionales. Pero la realidad es que se trata de una suerte ministro plenipotenciario y lobbista todo terreno.
Comentá la nota