Extensos prontuarios, causas e imputaciones en la Justicia local y en Capital Federal, sospechas sobre maniobras ilegales, imputaciones en fraudes de IOMA, costosísimos palcos del estadio de Estudiantes de La Plata comprados a nombre de empresas amigas, acusaciones de lavado de dinero, son solo algunas de las características que parecieran pintar en cuerpo entero a la cúpula de la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN) en la ciudad de La Plata.
La historia personal de quienes comandan el gremio es tan grotesca que resulta difícil de creer. Al igual que Idi Amín, el corrupto líder de Uganda que se alimentaba de la ignorancia de sus súbditos, Carlos Quintana, Héctor Nieves y Diego Rétola parecieran robustecer día a día sus bolsillos a costas de la falta de información de sus afiliados, que no suelen encontrar más que la costumbre de aplaudir a rabiar las tibias medidas de los sindicalistas, ignorando la verdadera historia de corrupción y enriquecimiento ilícito que acusa con impregnar las paredes del viejo edificio de la esquina de 13 y 50.
“¿Quieren saber de dónde saqué la plata? En 1998 me saqué el Loto y gané cerca de 3 millones de dólares”, respondió Quintana al diario La Nación hace ya unos años, en un reportaje en el que, una vez más, respondía sobre sus acusaciones de fraude y corrupción. Es tanta la impunidad con la que se maneja, que ni siquiera pensó mejor la fecha para mentir. Aseguró haber ganado el premio el 22 de diciembre de 1998, pero ese día fue martes y el Loto se juega los miércoles y los domingos. Además, luego de investigar en los archivos, nadie ganó esa suma en diciembre de 1998. Todo habría sido, simplemente, una mentira.
Puede que, en rigor de las causas que lo abruman, el dinero del Loto quede abandonado en el fondo del anecdotario judicial del líder de UPCN. A Quintana lo imputaron, recientemente, en una causa por defraudación en el IOMA que asciende a casi 3 mil millones de pesos.
Mientras tanto, sus afiliados aplauden a medias los anuncios de sus voceros, a sabiendas de que gran parte de los acuerdos se aceptan sin demasiados reparos, dado que enfrentarse al gobierno, en estas circunstancias legales, podría ser un juego demasiado peligroso para la cúpula del gremio. En este sentido, fue paradigmático lo ocurrido con Diego Rétola, secretario gremial de UPCN, en las últimas jornadas.
Luego de los 28 despedidos que, en el mes de marzo, quedaron del otro lado de las puertas de la secretaría de Convivencia y Control Ciudadano de 20 y 50, el gremialista se hizo presente en las inmediaciones para organizar una toma y un corte de calle.
En la vorágine de las medidas, se dirigió a la municipalidad de La Plata y, luego de una supuesta reunión, volvió con la noticia de que “Julio Garro le bajó la orden a Oscar Negrelli de reincorporarlos a todos” como respuesta de una supuesta presión ejercida por UPCN. Los afiliados presentes, enarbolando las banderas azules y blancas del gremio, aplaudieron a rabiar, ignorando una vez más que sus representantes, preocupados por el cerco de la Justicia que comienza a cerrarse sobre ellos, no tienen la menor intención de confrontar al gobierno.
Finalmente, de los 28 perjudicados solo fueron reincorporados 6, casualmente afiliados a UPCN. El resto tendrá que buscarse otro trabajo para llegar a fin de mes.
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